Establecer vínculos festivos y culturales es uno de sus principales objetivos La tercera edición de la Cabalgata del Patrimonio en València tuvo lugar ayer, 11 de marzo, a partir de las 18 horas desde la Lonja. Se trata de una cita festiva que se viene celebrando después de que la UNESCO declarara a las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2016. Sus principales objetivos son reforzar los vínculos y las conexiones de la ciudad con otras manifestaciones festivas y rituales del mundo que también tienen este reconocimiento.
El recorrido, que finalizó en Marqués de Sotelo, estuvo encabezado por la Colla de Tabal i Dolçaina de Junta Central Fallera y, tras ellos, por los gigantes y cabezudos. En este sentido, y tal y como se lleva haciendo en los últimos años, desde la Concejalía de Cultura Festiva se ha recuperado a la antigua pareja de gigantes que representan a Jaume I y a Violante de Hungría. Junto a ellos, además, la comparsa de cabezudos de la ciudad, hecha por José Luis Ceballos y Paco Sanabria, representaron a diferentes personajes históricos valencianos.
A continuación, el público asistente pudo disfrutar de la Asociación de Campaneros de l’Alqueria de la Condesa con su campanomóvil. Se trata de una estructura de metal que simula un conjunto de cinco campanas diferentes. También aquí se pudieron ver detalles de la cultura y la historia valenciana, ya que una de las campanas más pequeñas que completaban esta estructura estaba decorada con una cruz de los templarios, en recuerdo de la orden que tuteló la adolescencia de Jaume I.
Los negrets y dansadors de l’Alcúdia sorprendieron a todos los asistentes con dos danzas rituales documentadas desde mediados del siglo XVIII. En este caso, se trata de la unión de los negrets, una de las Moixigangas más antiguas que se conservan en la Ribera del Xúquer, y los dansadors, guardianes de la Virgen, la danza masculina más emblemática de l’Alcúdia.
Uno de los reclamos de la tarde fue el Tío de la Porra de Gandía, personaje que forma parte de la cultura tradicional de la ciudad. Se trata de una figura curiosa, ya que su origen es incierto, aunque parece que puede remontar, como mínimo, a finales del siglo XIX. Como curiosidad, dirige una banda de tambores que anuncia el inicio de las fiestas patronales de Gandía.
De cara al final de la cabalgata se pudo disfrutar del ritmo, el folclore y el merengue de la República Dominicana. Este fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y, además de representar la esencia festiva del país, puso la música, la alegría y el baile a la tarde. El punto final de la cabalgata lo pusieron los Fatxos de Onil, unos ramos de esparto encendidos para dar calor de forma simbólica a Jesús de Nazaret el 24 de diciembre.
En palabras de Pere Fuset, concejal de Cultura Festiva y Presidente de Junta Central Fallera, la celebración fallera se trata de una oportunidad para difundir otras expresiones festivas valencianas, pero también de todas las culturas. Esto tiene como objetivo, según él, “promover la convivencia intercultural y la divulgación de los rituales festivos alrededor del mundo”. Sin duda, todos los presentes pudieron disfrutar de muchos platos culturales, tanto de la comunidad como del exterior.
Fotografías: Armando Romero
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