Montado a mano, almohadillado en el interior y piel. Éstas son las claves de un perfecto zapato de valenciana Son casi incalculables las horas que pasan nuestras Falleras Mayores de Valencia y sus Cortes de Honor vestidas de valencianas. Uno de los complementos que necesitan garantizar su comodidad es, sin duda, el calzado. Por ello la firma Solepiel trabaja, año tras año, para ofrecer lo que ellos llaman las tres máximas de un buen zapato de valenciana:
Es fundamental que el zapato esté montado a mano ya que garantiza que, al trabajarse el material de forma artesanal, el resultado sea un producto más blando y cómodo.
Los zapatos deben estar almohadillados por dentro. Se trata de uno de los secretos mejor guardados que garantiza una pisada mucho más agradable.
El material elegido para la creación del zapato debe ser piel de alta calidad.
Bajo estas tres premisas Solepiel se enfrenta a uno de los retos más destacados de los Indumentaristas Oficiales: el calzado. Desde el año 2008 se han convertido en los responsables de este producto para Junta Central Fallera. Tras casi 10 años al mando de esta difícil tarea, Solepiel se presenta como una de las firmas de calzado tradicional más prestigiosas de la ciudad de Valencia.
Su éxito se debe en gran parte a su historia. Desde 1916 trabajan en esta industria, que se mezcla con el más puro estilo artesanal. Un trabajo que ha pasado de generación en generación y que se encuentra ya en manos de la tercera: abuelos, tíos y nieta.
El hecho de ser Indumentaristas Oficiales convierte el trabajo de Solepiel en un referente para el resto de falleras. De hecho, esta firma valenciana, bautiza cada año sus colecciones con el nombre de las Cortes de Honor. De esta forma, el cliente reconoce el diseño o demanda un zapato que ya han lucido Cortes de Honor de Valencia desde el año 2008.
Solepiel llegó al mundo de los Indumentaristas Oficiales de la mano y reconocimiento de la indumentarista Irene Caña. Desde entonces no han dejado de trabajar por ofrecer calidad, comodidad e innovación. Por ello este año las niñas de la Corte Infantil lucirán un adorno del siglo XVIII frente al tradicional botin por el que se venía apostando.
Se enfrentan,dentro de la cadena de trabajo de los indumentaristas, a uno de los últimos peldaños del proceso de formación, ya que su trabajo se vincula directamente con los indumentaristas. Semanas de nervios y mucho trabajo que se recompensan con los comentarios y felicitaciones de las que mejor pueden conocer la calidad de sus productos: las propias valencianas y valencianos.
Fotos: J.V.Zaragoza
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